Experiencias sobre la antiteatral Felicidad (III y última parte)

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La felicidad no existe. Dejemos de mentirnos. La felicidad son instantáneas, tal vez un poco escenográficas, que, tendidas en el balcón, ocultan el paisaje de nuestras miserias.

La felicidad no existe. Eso es una realidad. Está científicamente demostrado. Lo han dicho ésta mañana tres sabios en la radio. Dicen que no puede existir porque somos miserables, y no precisamente como los de Víctor Hugo, ¿o sí? Somos tan miserables que nos encanta destruir una a una esas polaroids que cuelgan de nuestro balcón.

Al escuchar ésta noticia he salido al mirador. Esta noche ha habido viento. Ya no hay fotos de sonrisa y juventud. Ni del tiempo de vino y rosas, ni de aquella calle de Estremoz. Mis manos en la barandilla tratan de sostener un cuerpo que se desmorona, un alma echa jirones.

Mis ojos contemplan el verdadero paisaje de las miserias. Es un enorme mural burlesco. Uno de esos enormes murales pintados por Pieter Brueghel el Viejo. El retrato de mi pasado, sin instantáneas ondeantes, sin sonrisas de esas que aspiras a que sean exclusivamente tuyas.

Y Whitman, al fondo, con la mano en la barbilla, me vuelve a mirar en silencio. Pose adusta y levita manchada de sangre. No mueve los labios pero sus enormes ojos de West Hills, Nueva York, me sentencian como un juez de la Cámara de los Lores.

«Te lo dije.»

Y las piernas me tiemblan. Y el viento arrastra los jirones del alma. Y todo se desmorona. Ya no quedan muchachos en la playa, ya no quedan muchachos tan contentos, sólo hay veintiocho años de vida femenina y todos tan solitarios…

Un pensamiento en “Experiencias sobre la antiteatral Felicidad (III y última parte)

  1. una imagen tras otra me aturden, en unas empatizo, en otras, me veo reflejada, las siento, las vivo, las comparto y las reflexiono como la realidad que considero que son. Sin embargo, no puedo dejar de creer en la existencia de esa felicidad, del positivismo y el optimismo, me dan la fuerza para soñar y luchar por lo que quiero, me ayudan a construir castillos en el aire asiáticos, nórdicos, americanos, africanos, europeos… si, es cierto, muchas son las posibilidades de que se desvanezcan en la oscuridad de la noche estrellada y todo quede en un sueño, pero eso, para mí, es VIDA. Y VIDA… solo hay una… lucharé porque no sean 28 años de vida femenina y todos tan solitarios…

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